¿Policía intocable? Entre el respeto a la autoridad y la rendición de cuentas
- Lety Villarreal
- 3 mar
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Actualizado: 4 mar
Por Lety Villarreal
Tacón Firme, Pluma Crítica, Verdad Objetiva…
La relación entre la ciudadanía y sus cuerpos de seguridad es un pilar fundamental del orden público. Sin embargo, recientes incidentes en Chihuahua han puesto a la Policía Municipal en el centro del debate, cuestionando el equilibrio entre el respeto a la autoridad y la exigencia de un actuar policial legítimo. Videos virales en los que agentes han sido acusados de abuso de autoridad han generado reacciones divididas: mientras algunos denuncian el uso desproporcionado de la fuerza, otros consideran que se está deslegitimando la labor de la policía sin un análisis justo de los hechos.
El gobierno municipal, encabezado por el presidente Marco Bonilla y el comisionado de seguridad Julio Salas, ha defendido a la corporación argumentando que los casos han sido malinterpretados o sacados de contexto. Primero, tras un incidente en el que policías fueron captados forcejeando con un periodista, la versión oficial fue que se trató de un “malentendido”. Posteriormente, en un nuevo caso que involucra a una mujer que denunció haber sido detenida de manera arbitraria en un supermercado, la postura de las autoridades apuntó a que el trasfondo del conflicto era personal y no un abuso policial.
Según el testimonio de la mujer, su única intención era aclarar una situación privada cuando la intervención de los agentes derivó en su arresto. "Lo único que me interesa es limpiar mi nombre, estar tranquila y volver a ser una familia común y corriente, sin tanto chisme", declaró. Su versión contrasta con la narrativa oficial, que sostiene que la detención se realizó conforme a los procedimientos establecidos.
Este tipo de situaciones plantean un dilema importante: ¿hasta qué punto la sociedad debe respaldar a su policía sin cuestionar su actuar? La autoridad debe ser respetada, y la labor de los cuerpos de seguridad es esencial para el bienestar común. Sin embargo, ese respeto no debe ser incondicional ni eximir a los agentes de rendir cuentas. El abuso de poder, incluso en casos aislados, puede erosionar la confianza ciudadana en la institución y afectar su legitimidad ante la sociedad.
Por otro lado, es importante reconocer que los elementos policiales trabajan en un entorno complejo y de alto riesgo. Enfrentan situaciones en las que deben tomar decisiones en segundos, muchas veces bajo presión y con información limitada. Su labor merece reconocimiento, pero también implica una gran responsabilidad. No se trata de desacreditar a toda la corporación por los errores de algunos, sino de garantizar que cada actuación esté respaldada por protocolos claros y una supervisión efectiva.
El reto de las autoridades es doble: fortalecer la confianza en la policía y, al mismo tiempo, garantizar que cada intervención sea conforme a derecho. Defender la labor policial es válido cuando hay fundamentos, pero también es necesario reconocer que la transparencia y la rendición de cuentas son clave para que la ciudadanía perciba a su policía no como una fuerza arbitraria, sino como una institución que actúa con justicia y profesionalismo.
La seguridad y el orden dependen tanto de la autoridad como de la sociedad. La policía necesita el respaldo ciudadano para operar eficazmente, pero ese respaldo debe estar basado en la confianza, no en la imposición. Para ello, es fundamental que las autoridades no solo protejan la imagen de la corporación, sino que también promuevan una cultura de autocrítica y mejora constante. Solo así se podrá construir una relación sólida entre la policía y la comunidad, en la que el respeto sea mutuo y la justicia, incuestionable.
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