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Paternidad en desventaja.

Hemos construido un sistema que pone en desventaja a los hombres frente al ejercicio de la paternidad. Entiendo, querido lector, lectora, que esta frase puede ganarme algunos abucheos, pero permítame explicarme. 


En la modernidad, la paternidad se enclava en una dinámica de tensiones sobre lo que significa y demanda ser un padre involucrado en los procesos de crianza. Por un lado, existe una función aparentemente inalienable y arraigada desde siglos atrás de ser híper-productivos y trabajar sin descanso para ser competitivo y ser proveedor. También existe en los padres un deseo mayor de estar más presentes en la vida de sus hijos e hijas. Y creo que se mueven en un sistema de leyes y políticas corporativas que no han logrado fomentar el ejercicio de una paternidad más completa. 


La cultura, asimismo, juega un papel que a veces los pone en contra de sus deseos de estar más presentes: a mi parecer es laxa y condescendiente, basta con que cambien algunos pañales, den de comer de cuando en cuando, lean las boletas de calificaciones y se presenten a los festivales (cuando no tengan juntas de trabajo) para sentir que han cumplido y sean aplaudidos por hombres y mujeres, por igual. Sé que no todos los padres son iguales y es claro que estamos en una transición importante sobre lo que valoran como prioritario. En muchos contextos, las paternidades se están reinventando hacia nuevos modelos vinculares que parece que están funcionando, pero ocurre lenta y, al parecer, aisladamente.


Es cierto que en el mundo cada vez son más los hombres que consideran la paternidad como uno de los roles más importantes de su vida. El Pew Research Institute declara que el 60% de los padres desea pasar más tiempo con sus hijos/as. Habremos de anotar que esto no necesariamente implica que esté sucediendo, antes bien, es un deseo manifiesto. Me pregunto, ¿dónde está ese otro 40% de padres que no reporta desear pasar más tiempo con sus hijos? ¿Será que forma parte de un grupo de padres satisfechos?


Ahora, Rosado y García (2018) dividen las funciones sociales de cualquier grupo humano en cuatro grandes rubros: provisión de bienes, protección del grupo, reproducción y cuidados a los miembros del grupo.


Es de todos conocido que antes de las revoluciones burguesas del siglo XVIII y XIX la provisión era ejercida tanto por hombres como mujeres; no era el sexo el factor de división de esa función. En la agricultura y ganadería, el comercio o la artesanía participaban hombres y mujeres y esto les permitía tener a los/as hijos/as cerca y ejercer conjuntamente la reproducción y los cuidados. La protección del grupo quedó en manos de los hombres, eso sí, al ser un recurso más prescindible ante el surgimiento de las guerras. 


Las revoluciones trajeron consigo la división de los ámbitos hogar-producción con el advenimiento de la industrialización y urbanización, haciendo que los hombres se alejasen del hogar para desempeñarse fuera en largas jornadas, mientras que las mujeres se quedaban en el ámbito cerrado y doméstico ejerciendo las funciones de reproducción y cuidados. Esta división de roles privó a los hombres del ejercicio de una paternidad que trascendiera la función de proveedores y protectores y, a su vez, hizo más dependiente y aislada a la mujer.  


La incorporación de las mujeres al ámbito productivo, entre otros factores, cambió las reglas para ellas y para ellos. Ellas asumieron una doble jornada. Aún en tiempos modernos y progresistas, ellos han sido privados de asumir y equilibrar los trabajos de cuidado y la carga mental que eso conlleva. Le proveo algunos datos para la reflexión.


Actualmente el 57% de los papás en Estados Unidos reportan cambiar pañales. En 1982 solo el 37% cambiaban pañales (US Census Bureau). Lo sé, el indicador de ‘cambio de pañales’ queda corto en reflejar la realidad. Veamos este: los padres gozan de 4 a 6 horas de tiempo libre al día; la mayor parte del tiempo lo usan en la televisión. Como referencia, ellas gozan de 2 a 4 horas libres al día.


Adicionalmente, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2019, los hombres en México dedican solo el 28 por ciento de su tiempo diario en labores domésticas no remuneradas, mientras que las mujeres, dedican el 67 por ciento de su tiempo en esas labores. (El Sol de México).


Parecería, entonces que se siguen perpetuando las paternidades a medias que se quedan en buenos deseos pero que distan de la acción contundente y permanente. Se privan de un auténtico ejercicio real, profundo y duradero en las variadas dimensiones de la paternidad, en un contexto, ciertamente que cada vez les exige y demanda un mayor incremento en su interés, inversión de tiempo y capacidad.


Ante esto, me surgen muchos cuestionamientos para los cuales no tengo respuestas. ¿Cuántos padres se están preparando para paternar mejor? ¿Cómo se preparan y educan? ¿Platican de ello con sus pares? ¿Cuántos han leído libros o escuchan podcasts sobre crianza? ¿Cómo atienden su salud mental y emocional? ¿Cómo cuestionan los condicionamientos que han forjado sus prácticas paternales actuales? ¿Cómo están reconstruyendo atributos sociales y prácticas más vigentes? ¿Bajo qué criterios gestionan su tiempo? ¿Querrán desafiar los mandatos culturales que hoy por hoy aceptan que puedan gozar de 4 a 6 horas de tiempo libre diariamente mientras la madre de sus hijos goza de la mitad? ¿Como están incidiendo en leyes y políticas corporativas para tener mejores oportunidades para participar en la crianza y los cuidados? ¿Les parece razonable que digan que una mujer “se sacó la lotería” cuando cambian pañales, dan de comer y bañan a sus bebés? ¿Hasta cuándo se necesitará la sentencia de un juez para que se hagan responsables de la provisión de bienes para sus hijos?


Ojalá Usted, que ha llegado hasta el final de esta colaboración tenga algunas respuestas que nos puedan dar luz. Le invito a compartirlas.


Antes de cerrar y, ante todo, en este Día del Padre tengo en mente a aquellos que se esfuerzan por participar amorosamente en las múltiples dimensiones de vida de sus hijos e hijas tratando de entender y equilibrar las tensiones que el sistema actual les ofrece. Que su deseo de contribuir más en la vida de sus hijas e hijos sea una realidad que les brinde gozo y júbilo. 


“Modificar la paternidad significa implicarse en el cuidado directo de hijas e hijos, así como reivindicar esta condición del hombre como un derecho”.


- María Jesús Rosado Millán y Francisco García García.


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20 jun 2024
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Muy buenos cuestionamientos. Eres la voz de muchos padres, no digo de todos...que ven en la mayor participación en el diario vivir de sus hijos, la grandiosa y gozosa oportunidad de formar personas amadas, equilibradas y seguras de su identidad y con un legado sano para entregar a las siguientes generaciones.

Felicidades papás felices!


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Profesional que se ha desempeñado
durante trece años como fundadora,
consejera, directora y voluntaria de 
diversas organizaciones de la sociedad
civil mexicanas, especializadas en
seguridad, justicia, empleabilidad de 
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estratégica y fortalecimiento del tercer
sector. Creyente de las transformaciones
humanas y practicante del autocuidado.

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Diana Elisa
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DIRECTOR GENERAL FRANCISCO HIDALGO
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Licenciado en Derecho

con Maestría en Gestión

de Sistemas de

Seguridad Pública

Comandante del Pentathlon Subzona Juárez, analista del Periódico El Diario.

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