Carta a un hijo/a.

El pasado 16 de junio de 2024, festejamos en México el “día del padre” festejos que muchas de las veces suelen ser un tanto deslucidos, a comparación del “día de la madre”, sin embargo, el presente artículo no se encamina a ser uno de tantos que exponen quejas por el desolado festejo.

Hoy, quiero dirigirme a ese ser maravilloso que me dice padre, a mi hijo/a, a esa persona que vino a cambiar mi forma de vida y a modificar todo mi día a día. 

El día que recibí la noticia de que sería padre, muchas cosas pasaron por mi cabeza, pensé que ya no podría cumplir aquel objetivo que me había propuesto y por el cual había realizado esfuerzos enormes. Pero también, mi corazón empezó a latir mas fuerte, no puedo explicar ese sentimiento de gozo que pasaba por mi ser, de igual manera me es difícil expresarte todo lo que soñé que podría llegar a darte.

Pasó el tiempo y por fin te tuve en mis brazos, me sentí el ser más vulnerable al tener en mis brazos a una personita que no sabía como atender, temía cometer errores que me hicieran perderte y me vi en la necesidad de que, todo lo que tuviese que ver contigo, lo hiciera con el mayor cuidado posible.

Llegó el día en que ingresaste al preescolar, época que atesoro en mi corazón, pensé que para ti sería difícil desprenderte de tu familia, pero fue todo lo contrario, ingresaste contento/a y me pediste que me fuera a la casa, sentí un orgullo enorme y a la vez, un miedo terrible, por primera vez te alejabas de papá y mamá, no sabía como te iban a cuidar o si estarían realmente al pendiente de ti.

El tiempo pasó y cambiaste a la escuela para niños grandes, llegaste lleno/a de gozo y con un rostro de admiración al ver el tamaño de la nueva escuela, en ella conocerías nuevos amigos y cambiarías de actividades, empezarías a cuestionar todo lo que veías, sentías y realizabas, de nuevo el temor llegó a mi persona, temía fallar como padre, no estar a la altura de lo que tu necesitarías y entendí que solo con el ejemplo que pudiese llegar a darte lograría hacer de ti una buena persona.

Me esmeré por trabajar cada vez con más ahínco, buscando que nunca te faltara nada nada, pero, por más esfuerzo que realizaba siempre había necesidades y entendí que no tenía porque darte todo, así que una serie de reglas empezaron a aparecer, busqué en todo momento enseñarte a trabajar, a ganarte todo lo que querías, con esfuerzo y dedicación, por mi mente pasó un pensamiento que hoy considero absurdo, pero que me hizo reflexionar y de repente hacerme sentir el papá más malo del mundo.

El tiempo, siguió su curso y has crecido como jamás lo imaginé, nadie nos prepara para ver crecer a los hijos, conocer sus gustos, adaptarnos a ellos y apoyarlos en alcanzar sus objetivos, la vida poco a poco te va enseñando si has fracasado como padre, o bien, si vas por buen camino, lo triste es que, en ocasiones uno mismo se siente el peor padre que jamás haya existido.

Hoy celebro contigo cada uno de tus éxitos, pero también sufro en silencio cada una de tus derrotas, tengo miedo de que en cualquier momento pretendas hacer de tu vida eso que tanto nos asusta a los padres y es el hecho de que te quieras alejar del núcleo familiar, se bien que eres diferente a los demás, que cuentas con los valores y principios que te hemos inculcado, que eres un ser humano lleno de integridad, lo cual me llena de orgullo y satisfacción.

También estoy consciente de que, si en algún momento yo o tu madre llegásemos a faltar, tú puedes ya salir adelante por ti mismo y ayudar a los que te rodean. Esta vida es un reto y día a día deberás tomar decisiones, mismas que deberás analizar para evitar cualquier consecuencia que pueda ser contradictoria a tus intereses.

En esta vida cada acto que realizas me ha llenado de orgullo, hoy puedo decir que, mi misión en esta vida casi llega a su fin, lo que últimamente has logrado, lo has hecho por ti mismo/a y ha sido poca la ayuda que has requerido.

Me queda poco por enseñarte y a eso debo esta carta, el día de mañana, que tu tengas a tus hijos, podrás entender muchas cosas, por ejemplo, el porque te regaño a cada rato, porque en todo veo una lección, porque me esmero para que tú hagas lo que te corresponde por ti mismo, porque en ocasiones te pido que hables con tu madre y le pidas disculpas, hoy tal vez no lo comprendas, pero el paso del tiempo te enseñará el porqué de mis palabras.

Solo me queda decirte TE AMO, agradezco a Dios por todo aquello que me ha permitido vivir a tu lado, y deseo de todo corazón que, en algún momento, cumplas tu sueño, para mi será un honor estar contigo cuando eso llegue y lo disfrutaré enormemente, porque cada triunfo de un hijo se saborea como propio.

Dios te bendiga en este andar maravilloso que es la vida, jamás olvides las pocas o muchas enseñanzas que te haya dado, y recuerda, el ejemplo que des a tus hijos será lo que ellos busquen hacer con su vida, sigue adelante, fiel a tus ideales, valores y principios, y con la ayuda de Dios, llegarás a cumplir eso que tanto anhelas.