top of page

PDMU, 86 años de tradición en México.

Foto del escritor: Oscar David HidalgoOscar David Hidalgo

Cada 9 de julio, en la Ciudad de México, miles de pentathletas de todos los tiempos, se reúnen para festejar un aniversario más del Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario, y dentro de la ceremonia protocolaria se da a conocer la remembranza de la fundación de esta noble institución, misma que me permito transcribir:


“A las 6 de la mañana del 9 de julio de 1938, en una calle adyacente al viejo Estadio Nacional, se reunieron por primera vez doce estudiantes universitarios de la facultad de Medicina de la UNAM, a quienes se les ha dado el título de fundadores de la institución, sus nombres: Andrés Luna Castro, Ginés Navarro Díaz de León, Alfonso de Icaza, Ángel Pérez Aragón, Braulio Peralta Rodríguez, José Urbano Blanchet Ceceña, Carlos Niño de Rivera, Fidel Ruíz Moreno, Luís Sáenz Arroyo, Joaquín de la Torre, Carlos Retteg Solano y Jorge Jiménez Cantú; además, figuró como primer instructor, considerado también como fundador el Teniente Gonzalo Hidalgo. 


Las prácticas a partir de entonces fueron diarias, al amanecer; y desde ese día hasta la fecha, se han reunido ininterrumpidamente grupos de jóvenes que principian a trabajar esforzadamente antes de la salida del sol, tratando de mejorar sus condiciones físicas mediante una cultura deportiva que mejora la salud, su agilidad, su fuerza y su resistencia. La autodisciplina, aceptada voluntariamente por los iniciadores, fue de carácter militar por considerar que ella ofrece oportunidades de ejercitarse en la obediencia y el mando; mejora y hace más pronta y fuerte la voluntad: orienta la agresividad matizándola con nociones de nobleza, de honor, de sacrificio y de íntima convicción del cumplimiento del deber…”.


Con esta breve reseña, se recuerdan los inicios de una institución que, a lo largo de 86 años, ha fomentado un compromiso con la sociedad mexicana, su ideología, avivada en un sentimiento de trabajo, actitud y pasión por el servicio, permite el indoctrinamiento de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, a quienes se inculcan determinados valores y formas de pensar sentadas en una base sólida de filosofía que otorga una sabiduría de vida, diversa a la que actualmente venden los medios de comunicación y las redes sociales.


La ideología practicada dentro del Pentathlón, ha forjado personas exitosas en diferentes ramas, sean políticos, artistas y/o deportistas, que aprendieron los valores de la lealtad y la disciplina, y que, al ponerlos en práctica los llevaron a lograr medallas olímpicas, campeonatos mundiales, entre muchas otras preseas que pudiésemos enlistar, logros que le pertenecen a cada una de esas personas quienes en base a su esfuerzo, talento y constancia, lograron alcanzar, empero, dicha disciplina fue adquirida en sus primeros años de vida, gracias a los valores que se transmiten dentro de esta institución.


El Pentathlón, tiene como lema el siguiente: “Patria, Honor y Fuerza”, cualidades que se transfieren a cada uno de los integrantes del penta -como se le dice de cariño a la institución- y en este artículo me permitiré abordar el concepto que, a consideración de un servidor, es el de mayor valía para un pentathleta, me refiero al “honor”, esa abstracción se traduce en una cualidad de carácter moral que obliga a las personas a cumplir con sus deberes y que genera un sentido de virtuosismo vinculado al mérito y desenvolvimiento personal.


En otro orden de ideas, el honor hace referencia a la buena reputación de una persona y trasciende en sus diferentes ámbitos de acción, es un concepto tan amplio que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 12, lo reconoce como un derecho humano al referir “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación…”, sin embargo, al derivar dicha cualidad de la parte axiológica de la filosofía, en diferentes lugares, lastimosamente pasa a un segundo término, ejemplo, en México, se privilegian una gran cantidad de derechos por encima al derecho al honor, ejemplo: el derecho a la libre expresión, debe encontrarse limitado por el derecho a la honra, empero, en la práctica, no lo está.


La ideología institucional, se transmite a cada uno de los integrantes y en ella se siembra la semilla de que la honorabilidad de una persona se construye día a día con sus actos, sus obras, su quehacer diario y se genera con ese estilo de vida una buena reputación, misma que será la que hable de la persona en base a sus obras, su vocación y su capacidad de servicio.


No murmuraré jamás, ni permitiré que alguien lo haga en detrimento de mi grupo”, reza el punto número cuatro del pentálogo institucional y ese “no murmurare”, forma parte del aleccionamiento que encamina a los integrantes de la institución a respetar el honor propio, de las personas y de la institución que representa, ya que obliga a quien practique esta ideología, a que se abstenga de atacar la honra de los demás y de la propia institución.


Pero, a que se debe la importancia del respeto al honor de una persona, pues bien, al ser un concepto encaminado a dignificar al ser humano, lo encamina a lograr determinada posición dentro de una sociedad, por ende, ese honor esta definido por la propia sociedad y su calidad radica en aquello que el ser humano pueda lograr. No en balde, la palabra honor se utiliza reiteradamente en la ideología del Pentathlón, basta con leer los 42 puntos del ideario, el pentálogo, el himno del Pentathlón y las diferentes porras que entonan cuando se realiza ejercicio.

FELICIDADES a todos los pentathletas por estos 86 años de tradición, de honra, de trabajo constante y de amor al servicio.


Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
bottom of page