Este mes del autismo me he dado a la tarea de curiosear y profundizar un poco el estado del arte disponible para los no especialistas en cuanto a la relación entre el autismo y la salud intestinal.
Por fortuna, cada vez se robustecen más los protocolos psicosociales para favorecer la integración de personas con autismo en distintos ámbitos de la vida cotidiana. Existen también tratamientos farmacológicos que, si bien logran controlar algunos síntomas, tienen desagradables efectos secundarios y no atienden las causas raíz. El abordaje desde la salud intestinal ha tenido avances, sin embargo, es escaso y muchas veces confuso a pesar de la existencia de valiosa información científica.
El Dr. Guillermo Navarrete, destaca que los hallazgos en investigación nutricional tardan al menos 20 años en incorporarse a los protocolos de tratamiento de los profesionales de la salud. Desde principios del año 2000, se investigó la conexión entre la intolerancia al gluten y la caseína con el autismo, ambas sustancias son proteínas de gran tamaño y difícil digestión, provenientes de algunos granos (trigo, cebada, centeno), de la leche y productos lácteos que pueden afectar la permeabilidad intestinal, causando inflamación y respuestas inmunes.
Se suele optar por comida “libre de gluten”. Sugiero leer los ingredientes, pues con mucha frecuencia el gluten es sustituido por una larga lista de ingredientes que inflaman.
Investigadores de Penn State, documentaron en el 2012 la efectividad de una dieta libre de gluten y de caseína en pacientes pediátricos con autismo. Fue la primera evidencia documentada en encuestas realizadas a padres y madres de hijos con autismo. Se encontró que esa dieta, cuando era seguida estrictamente, era más efectiva para mejorar comportamientos del espectro autista, síntomas fisiológicos y comportamientos sociales como lenguaje, contacto visual, interrelación, capacidad de atención y responsividad. A partir de ese estudio, se sospecha que el autismo puede ser más que una enfermedad de carácter neurológico, involucrando la salud del tracto intestinal y el sistema inmune.
Por otro lado, existe un paper del 2014, publicado por científicos del Hospital General para Niños de Massachusetts y la Escuela de Medicina Johns Hopkins, en el cual evidencian el efecto del consumo diario de sulforafano durante cuatro semanas con la mejora de algunos síntomas del espectro autista relacionados con el comportamiento y la comunicación. El sulforafano, es una sustancia que se encuentra de forma natural en el brócoli, germinados de brócoli, coliflor y col, principalmente, impactando la ruta de desinflamación cerebral y brindando protección antioxidante.
El Autism Research Institute, realizó hace 5 meses un excelente webinar titulado “Research Updates: Nutrition and Autism 2023”, dictado por la Dra. Kelly Barnhill en el cual analiza la investigación reciente sobre el tema. Menciona un estudio sobre funciones ejecutivas de estudiantes de primaria con autismo mostrando que la nutrición de pobre calidad está relacionada con impedimentos en la memoria de trabajo y en habilidades organizativas, afectando, por tanto, el aprendizaje. Denota otro estudio que documenta una fuerte correlación entre el consumo de carbohidratos procesados (pan, galletas, azúcares) y bajas habilidades de comprensión lingüística.
Refiere varias investigaciones que muestran que pacientes pediátricos con espectro autista en general presentan un patrón de elección limitado de ciertos alimentos, sufren de ciertas sensibilidades alimentarias, deficiencias nutricionales y tienen una composición corporal alta en tejido adiposo (más grasa y menos músculo que los grupos control). En este tópico la especialista es muy clara: sugiere buscar ayuda profesional cuando la elección de los pacientes se limite a 5 alimentos o menos.
Da a conocer varios meta análisis de investigaciones de los últimos 10 a 15 años (los meta análisis son la joya de la corona en cuanto a investigación científica se refiere). Describe la presencia, en niños y niñas con autismo, de bajos niveles de colina (contenida en altas cantidades en el huevo), de un perfil de aminoácidos anormal (producto del mal balance de proteínas en la dieta), y de bajos niveles de vitaminas del complejo B, a diferencia de quienes no sufren la enfermedad, cuyos valores son más altos.
Analiza también estudios recientes entre el estrés oxidativo y el microbiota, dos conceptos relativamente nuevos en el entendimiento popular del metabolismo y la salud intestinal. El estrés oxidativo en términos muy terrenales digamos que es similar a la contaminación que produce un automóvil mal afinado, solo que en el humano es a nivel celular. El microbiota intestinal, es un gran jardín que incluye un balance entre trillones de bacterias, hongos y levaduras. Cuando este balance se rompe y cuando el estrés oxidativo se sale de control, ocurre enfermedad.
En la página del Dr. David Perlumtter, quien ha dedicado su vida a estudiar las causas del daño neurológico y a educar a la población sobre hábitos preventivos, tiene una sección completa dedicada al autismo, enfatizando la relación de este síndrome con pesticidas, contaminantes ambientales, shampoos antiparásitos para mascotas, alimentos genéticamente modificados (GMO), inflamación, microbiota, probióticos, antioxidantes. Lo invito a leerle.
Sugiero también conocer el contenido del Autism Research Institute. Recomiendo su webinar sobre el sueño y la alimentación. Refiere sobre el balance entre la melatonina (un potente antioxidante producido por el cuerpo, conocido como la ‘hormona del sueño’), y el cortisol (la tan necesaria ‘hormona del estrés’), y brinda hacks para mejorar el sueño dando pautas sobre los momentos ideales para alimentarse, hacer ejercicio y exponerse a la luz artificial, la regulación de la temperatura ambiental y la relajación, y la consistencia en los horarios para despertar e irse a la cama. Brinda también mucha información sobre cuales alimentos favorecen un buen sueño.
Querido lector, lectora, ahí tiene información para que usted siga investigando y que pueda hacer de la nutrición (la que metemos a la boca y la que untamos en la piel), así como del sueño, terapias de bajo costo para mejorar los síntomas del espectro autista, que, por cierto, quizás no es tal, sino que el paciente probablemente se encuentra intoxicado. Existen protocolos médicos para descartar las variables, platique con su médico.
Finalmente, le ruego no me haga caso a mí. No estoy diagnosticando, ni estoy recetando. El propósito de este artículo es hacerle más accesible información que me ha parecido muy relevante. Consulte con su médico y vayan directamente a las fuentes de información.
Le deseo una vida saludable.
Comments