La inteligencia artificial ha logrado lo que parecía impensable hace apenas unas décadas. Hoy, algoritmos de aprendizaje automático son capaces de procesar grandes cantidades de datos, tomar decisiones autónomas y mejorar continuamente a través de la experiencia. Nos asombramos con la capacidad de las máquinas para realizar tareas complejas, como diagnósticos médicos, reconocimiento facial o incluso la creación de arte. La IA está resolviendo problemas técnicos a un ritmo vertiginoso, se ha convertido en una gran herramienta para todos pero es sorprendente que tengamos esa capacidad intelectual para crear una inteligencia artificial pero no le prestemos la mínima atención a la inteligencia emocional.
En nuestra obsesión por crear sistemas más inteligentes, hemos subestimado el valor de la inteligencia emocional (IE), esa capacidad innata de los seres humanos para comprender, gestionar y responder a las emociones, tanto propias como ajenas. Mientras que la IA se desarrolla rápidamente en ámbitos técnicos, muchos de nosotros luchamos por desarrollar habilidades emocionales fundamentales, lo que ha dado lugar a una desconexión entre nuestras capacidades tecnológicas y nuestro bienestar emocional.
La inteligencia emocional es clave para una vida saludable y exitosa, tanto en lo personal como en lo profesional. Implica la capacidad de reconocer y regular nuestras emociones, empatizar con los demás y manejar relaciones interpersonales de manera efectiva. A pesar de la importancia de estas habilidades, muchas personas carecen de ellas o no las desarrollan lo suficiente. En el ámbito laboral, por ejemplo, el estrés, la ansiedad y la falta de reconocimiento pueden ser exacerbados por la falta de madurez emocional.
Por lo regular se cree que la inteligencia emocional llega de manera automática a la persona, se cree que la madurez intelectual es incluso la misma cosa, puede ser que este sea el motivo por el cual a pesar de estar tan avanzados tecnológicamente estemos aun en pañales en el tema de las emociones, tanto así que no sabemos nombrarlas y peor a un no sabemos cómo manejarlas.
En las consultas psicológicas que realizó, trato siempre de hacer hincapié en la importancia de reconocer tus propias emociones identificarlas y trabajarlas, ya que lo mejor que puede pasarle a cualquier persona y como prioridad es que debe conocerse a si mismo para lograr una estabilidad emocional y por lo tanto tener una vida menos problemática y saber enfrentar todas las adversidades de la vida diaria.
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